A ver, a ver, ¿quién no ha deseado alguna vez echar un vistazo al futuro? Saber si te tocará la lotería, si encontrarás al amor de tu vida o si ese dolor de cabeza significa algo más que solo estrés. Pues yo, en mi búsqueda incansable por desentrañar los misterios de la vida, me topé con algo fascinante: la Tarot Visa.
No, no me refiero a una nueva tarjeta de crédito con imágenes de arcanos mayores (aunque sería genial, ¿no?). Me refiero a la curiosa relación que muchos establecemos con nuestras tarjetas de crédito y cómo, a veces, consultarlas se asemeja a una sesión de tarot.
Piénsalo un poco. Sacas tu tarjeta con cierta ansiedad, esperando que el saldo no sea tan malo como temes. La deslizas por el lector, con el corazón en un puño, y la pantalla se ilumina revelando la cifra… ¡Chan! Puede ser un mensaje de alivio y prosperidad o una predicción de austeridad y control de gastos.
Y es que, admitámoslo, nuestras tarjetas de crédito saben mucho sobre nosotros. Conocen nuestros deseos más profundos (hola, zapatos de diseñador), nuestras debilidades (adiós, quincena, en ese restaurante tan bonito) y hasta pueden predecir nuestro futuro financiero (vacaciones en la playa vs. fin de semana en casa).
Pero ojo, así como el tarot, nuestras queridas Visa no deben controlar nuestras vidas. Son herramientas, instrumentos que, usados con responsabilidad, pueden ser muy útiles. La clave está en encontrar el equilibrio, en no dejarnos llevar por la emoción del momento y en recordar que el futuro, al final, lo construimos nosotros.
Así que ya sabes, la próxima vez que consultes tu Tarot Visa, respira hondo, analiza la situación con calma y recuerda: tú tienes el poder de cambiar el destino (y el saldo de tu cuenta).
Y quién sabe, quizás algún día las compañías de tarjetas se animen a imprimir arcanos en el plástico. ¡Imagina pagar el café con la carta de la Estrella o la compra del súper con el Carro de la Fortuna! Sería una forma divertida de recordarnos que la vida, al final, es un juego de azar.